viernes, 31 de marzo de 2017

Liderazgo emocional: la estructura de la persona

El día 23 tuvimos la primera sesión de formación con Alfonso López-Fando.
Nos presentó el objetivo fundamental de su trabajo: Qué es el liderazgo emocional y su relación con la inteligencia emocional.
Es necesario conocer  y reconocer en nosotros las emociones para dirigirlas y no dejarnos "arrastrar por ellas" y  hacernos dueños de la situación.
Nos planteó estos objetivos para el trabajo:
  • Crear un espacio de reflexión sobre quienes somos
  •  Situar las emociones en la persona y en el grupo 
  • Conocer las emociones y sus dinámicas específicas para aumentar nuestras competencias emocionales
  • Ofrecer claves y recursos a cada uno y como grupo para gestionar las emociones y aumentar nuestra competencia como líderes emocionales
En esta primera sesión nos centramos en los dos primeros: conocer quiénes somos y dónde se sitúan las emociones.

Para profundizar en el conocimiento de la estructura de la persona, recurrió a la imagen del carruaje: Comparamos al ser humano con un carruaje que representa nuestro cuerpo; un cuerpo que nos acompaña en toda nuestra existencia y es testigo de todas nuestras vivencias. Hay una memoria corporal de todo lo vivido.

Este carruaje no se movería sin una energía; los caballos que tiran de él. Son las emociones que nos "mueven", nos llevan cada una a su ritmo; pero si dejáramos a estos "caballos" a su libre albedrío el carruaje se podría desbocar, ir sin dirección. Es imprescindible que alguien lo dirija, que haya un “cochero” que los oriente y les marque el ritmo para que no destrocen el carruaje. Es nuestra cabeza. El pensamiento que nos dice que tenemos que hacer, que conviene y que no
Precisamente es en el diálogo entre "cochero" y "caballos" en el que radica nuestra inteligencia emocional: conocer nuestras emociones y saber orientarlas hacia las metas que nos proponemos del mejor modo posible.

Sin embargo, este mapa del ser humano quedaría incompleto si no incluimos otro elemento: el "pasajero". Es nuestro yo, nuestra esencia, es una dimensión profunda del ser humano que puede elegir en libertad para saber dónde quiere ir. Una vez elegido el “destino”, la meta , es necesario equilibrar carruaje, cochero y caballos para llegar a él; esto es, cuerpo, mente y emoción tienen que alinearse para lograr el objetivo elegido.

Estuvimos trabajando en este punto con el propósito de hacernos conscientes de cómo nuestros deseos están limitados por una realidad; en ella encontraremos muchas o pocas posibilidades de realizarlos. Pero más allá de ello siempre está la posibilidad decidir cómo hacer frente a nuestra realidad, cuál será mi actitud : “no puedo elegir lo qué sucede, pero si cómo vivirlo”

Cuando elijo algo actúa desde lo que “quiero” que no es lo mismo que “hacer lo que me apetece”: elegir algo implica que me responsabilizo de mi elección, de sus consecuencias, del esfuerzo por lograrlo. Seguir la apetencia es un “dejarme llevar” por un deseo momentáneo que, si está en contra de lo que he elegido me va a proporcionar sensaciones y emociones de malestar y culpabilidad; a pesar de que  mi “cochero” busque racionalizaciones para justificarlo.

En definitiva, dependiendo del modo cómo estructuren mis deseos, mi realidad y mis elecciones, así serán mis emociones.


Estas emociones serán la energía que me mueva a la acción. En la medida en que asumo mi elección, surge la responsabilidad a la que mejor deberíamos llamar “respons-habilidad”: la habilidad de responder, de dirigirme a lo que quiero y he elegido.

El valor de una persona es la suma de sus conocimientos y habilidades que se multiplica (o se divide) por su actitud; compuesta, a su vez, de la motivación (emociones) y la voluntad

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